JAPAN BIZARRE
Influenciado por su cultura, el cine japonés contemporáneo ofrece experiencias tan demenciales que cuesta creer que en occidente se puedan ni tan siquiera llegar plantearse. Pues cabe la posibilidad de acabar con dos o tres juicios, el cierre de la productora y la condena pública, más el escarnio social que eso conlleva, a sus respectivos autores. Vale, igual exagero un poco, pero por ahí iría la cosa tal y como está el panorama.

Por eso es curioso echar un vistazo a estas cintas que, aún orientadas a un público muy específico y culturalmente particular, cuentan con un grandísimo número de seguidores. Posiblemente la primera reacción sea la estupefacción. Seguramente la segunda sea plantearte que narices haces viendo eso. Pero hay mucho más.
Un primer ejemplo que expongo es la franquicia Lust of the dead obra de Naoyuki Tomomatsu y cuyo éxito ha parido ya 5 partes.
La historia nos sitúa en un Japón que, tras un ataque nuclear, sufre una invasión de zombies caníbales y violadores (sí, eso mismo que has leído). Es entonces cuando nuestras protagonistas, armadas hasta los dientes y prácticamente desnudas, se enfrentarán a ellos con todo su «kawaii». La única forma de detenerlos es dándoles plomo o directamente ¿foll…o?
¿Cómo te quedas?

Pero hablemos un poco de Takashi Miike. Nacido en 1960, este director japonés ha dirigido más de 70 proyectos. Controvertido y extremo sin límites conocidos. Aunque tiene de todo, los contenidos de sus filmes tienden a estar repletos de elementos que no escatiman en gore o en tratar el sexo de una forma bastante explícita e incluso enfermiza. Cuenta con historias de elaboración propia y con muchas otras basadas en mangas de diversos autores, algo recurrente en su filmogafía.

De su filmografía voy a destacar DEAD OR ALIVE, una trilogía que estrenó su primer capítulo (Hanzaisha) en el año 1999 e Ichi the Killer, estrenada en 2001, basada en el manga de Hideo Yamamoto.
La primera empieza como una loca historia de peligrosos mafiosos japoneses, hasta que acaban apareciendo, así sin anestesia, superpoderes al más puro estilo Dragon Ball dejando al espectador totalmente roto. Ahí vemos (OJO SPOILER) a un yakuza lanzando una «onda vital» (brutal término hispano) mientras un policía saca un bazooka de la nada. Al chocar ambos proyectiles (la energía y el cohete) se produce una especie de explosión nuclear y…
En la segunda vemos una orgía de sangre y muertes delirantemente absurdas a cargo de un chico, un asesino a sueldo, que mata a sus enemigos a patadas, solo a patadas y que, además, eyacula sobre los cadáveres al terminar. Exacto, lo normal.
No quiero dar mucha más información por que, de verdad, vale la pena verlas por iniciativa propia.
A Miike tuve la ocasión de verle en persona cuando asistí a una doble sesión en el Festival de Sitges. Llegó rodeado de los «yakuzas» protagonistas de su película Yakuza Apocalypse (2015). Película en que el tipo más mortífero y peligroso del planeta tierra es una rana. No digo más.

Una película que puedo describir como excelentemente extraña es Love Exposure, dirigida por Sion Sono (el David Linch japonés) y estrenada en 2008. Casi 4 horas de cinta que, de verdad lo digo, se pasan volando. Es fantástica. Loca, divertida y con un ritmo muy acertado. Un uso de la música fantástico, con ese Bolero de Ravel que se va repitiendo mostrándonos la evolución de su protagonista. Me resultar difícil pensar en ella y no esbozar una sonrisa.
Un padre de familia católico que ha enviudado se hace sacerdote y, tras vivir un chasco amoroso en pecado, se deprime y empieza a tener gran interés en que su hijo, un joven llamado Yu, confiese sus pecados. Pero este muchacho no cree tener ningún pecado que confesar así que inicia una serie de actos que van de menos a más y así tener motivos para poder confesar algo y acercarse a su padre. Es ahí cuando, entre otras cosas, acaba fotografiando de forma furtiva las bragas de las que pasan por la calle. En esa espiral de robos, peleas y perversión, lo que vienen a ser «maldad absoluta», Yu pierde una apuesta y acaba disfrazado de mujer. En esa circunstancia encuentra a una joven asediada por un grupo de matones. El travestido Yu ayuda a Yoko y juntos acaban venciendo a los maleantes. El resultado es que él se enamora perdidamente de Yoko (ella es su «María») y ella también se enamora, pero del Yu vestido de mujer «Miss Scorpion» y no de él… Y no cuento más.

La obra de Sion Sono cuenta con unas 35 películas de auténtico cine de autor. Sus temáticas son muy recurrentes. En ellas tiende a tocar temas como la familia, el instituto, la juventud, la religiosidad, el suicidio, el sexo, el amor y la muerte. También es muy común que sus películas tengan grandes dosis de grotesco y delirante gore y el uso de piezas musicales clásicas y otras que se van repitiendo en sus filmes. Sumar también la larga duración de sus metrajes.
Love Exposure está, a día de hoy, disponible en España en la plataforma FILMIN, al igual que Why Don’t You Play in Hell? (2013) un loquísimo y maravilloso homenaje al amor por el cine. Película que hizo que yo mismo me levantase a aplaudir. En Netflix está disponible su última e inquietante película, The forest Love (2019).
Una recomendación especial
Hay muchísimas obras y directores indispensables para explorar el cine japonés más delirante. A estos autores, entre otros, y una amplia selección de sus películas los podemos encontrar en el libro de Felipe Múgica; Japan Extreme. Las películas más bizarras, extrañas y delirantes del cine japonés. Lo puedes encontrar en Amazon.
Alguien pensará, no veo a Takeshi Kitano. Y no. Kitano es otra cosa. Quizás un cine de autor más realista de lo que muchísima gente pueda imaginar, y merece un capítulo a parte. Cierto es, tampoco se corta un pelo.
Sinceramente, adoro la libertad creativa de los japoneses.
EL PÚBLICO OBJETIVO
El público al que se suelen dirigir estos filmes es, y digámoslo claro, japonés. Y no porque este tipo de películas no puedan gustar a muchos espectadores del resto del mundo. La cosa es que, narrativamente, el cine japonés ya de por sí es muy pelicular y los temas a tratar, aparte de recurrentes, están muy ligados a su propia cultura. Ahora bien, en el país asiático son singulares hasta en términos de censura. En líneas generales podemos ver prácticamente cualquier cosa de forma explícita exceptuando en la industria del porno, donde se censuran las partes íntimas, lo cual es muy curioso ya que los casos y situaciones que se nos plantean son bastante más «hardcore» que ver cuatro pelos y una pilila.
Ninguna obra está exenta de crítica, ahora bien y esto es una opinión personal, la censura es la «castración» del arte. En Japón no tienen ese problema cuando miran para casa, exceptuando en la industria del cine para adultos. Pero este es un mundo globalizado, la censura y la autocensura sí que están siendo un elemento recurrente en los estudios nipones con sus vista puesta en el mercado occidental.
LA NUEVA CENSURA
Es en aquellas producciones pensadas para comercializarse fuera de sus fronteras donde se están acostumbrando a meter más la tijera.
Por eso, a día de hoy, vemos series como «Dragon Ball Super» (de grandísimo impacto internacional y siendo sus anteriores sagas un referente de mi infancia y adolescencia) donde se ha optado por pasarse por el arco del triunfo el concepto dramático que tan característico era en su historia y ahora es una mezcla de humor simplón para niños de mentalidad políticamente correcta de 5 años y batallas donde la sangre se vuelve de colores o simplemente brilla por su ausencia. Y no, no es la única serie que ha sufrido o está sufriendo la censura.
Y por poner otro ejemplo y así me quedo tranquilo. Hace poco terminé «Final Fantasy VII Remake» (debo reconocer que soy un enamorado de la saga y en especial del VII original). Reconociendo que es una gran juego en muchos aspectos técnicos y jugables y sin entrar en algunas decisiones aberrantes que han cambiado por completo la historia, el juego ha sufrido la censura en varios puntos que a muchos nos ha dolido especialmente. Había que hacerlo así, family friendly, había que venderlo edulcorado para que dichas ventas funcionasen mejor (según su criterio). Decisiones que sencillamente pueden acabar pasando factura al prestigio de la franquicia, pues no son pocos los que han puesto el grito en el cielo debido a estos cambios. Quizás eso no es algo que le importe demasiado a la compañía, ESQUARE – ENIX, ya que de momento las ventas han sido espectaculares y ya sabemos que la pela es la pela, amic meu. ¿Acaso habrían vendido menos sin estos cambios? Lo dudo.
Ya sabemos el tirón que a día de hoy tienen el anime y los videojuegos. Forman parte de nuestra vida. Por ello, los lobbies y movimientos políticos no van a cejar en su intento de meter mano también en estas dos industrias capando, en muchos casos, lo que podrían ser auténticas maravillas u obligándoles a realizar cambios mediante presiones que sin duda restarán calidad a la obra. Al final, los que se quejan e imponen criterios son cuatro gatos, pero por alguna razón estos consiguen hacer mella.
¿Cuándo le tocará al cine nipón?



