¿Es el FIN de la LIBERTAD CREATIVA?

Vale, la industria otorga premios a la misma industria para reconoces y dar relevancia a las películas que la misma industria considere a bien. Vale, ninguno de los trabajos que se reconocen son trabajos que se puedan considerar mediocres o deficientes artística o técnicamente hablando. Vale, tiene que haber contenido para todo tipo de público y se debe respetar que algunos estudios opten por crear ese tipo de contenido ya sea por criterios comerciales o puramente artísticos. Vale, mi premio mis normas, faltaría más. A nadie le amarga un dulce y a todo creador le gusta que su trabajo sea reconocido.
Ahora bien, es normal que este tipo decisiones causen controversia pues se está anteponiendo una agenda ideológica (impuesta por presiones que hacen mucho ruido pero que realmente no son un sentir general) a lo más básico, contar la historia que el creador quiera. Esto acabará perjudicando a las grandes productoras y los mismos creativos que por muy buenas ideas que tengan, si su trabajo se desarrolla dentro de un estudio (de los «tochos»), las presiones por meter con calzador elementos inclusivos (los estamos viendo constantemente y se nota demasiado) verán afectado su trabajo de forma poco natural. Olvidémonos entonces que una película que se desarrolle en una abadía franciscana del siglo XIII pueda optar a una estatuilla aunque sea la mejor película jamás realizada. No se estará premiando a los mejores, sino a los que mejor pasen por el aro.
Volvemos a lo de siempre. Twitter (o cualquier red social) no es el mundo real. La mayoría de criticones u ofendidos profesionales no son (en muchos casos) siquiera consumidores de los contenidos que critican y aún así se les quiere otorgar el poder de condicionar a la opinión pública y, por ende, a las decisiones de los estudios de cine, las productoras, las editoriales, las compañías de videojuegos… Parece que hayamos vuelto a 1920, época de puritanismo y monopolio, pero con otras normas. Sin duda, la libertad creativa está en peligro. Ahora bien, auguro que la jugada no saldrá tan bien como se cree y eso lo aprovecharan las plataformas en «streaming» para llevarse el gato al agua. Surgirán creadores a contracorriente que gozarán de éxito solamente por hacer lo que se ha hecho toda la vida; hacer lo que ellos quieren y, por supuesto, hacerlo bien. Entre eso y este puto virus que nos azota, estamos ante el posible declive de las salas de cine y la forma tradicional de producir películas. Ojalá esté equivocado.
Y es que parece que el «Director PC» de la serie de animación «South Park» es quien está tomando las decisiones en la industria. Ese pequeño dictador que todo usuario lleva dentro, que no lo hace por mal, pero que no sabe el mal que hace. De tanto pedir «tolerancia» se está formando un ejército de intolerante. Ya expuse los porqués en mi artículo LA INQUISICIÓN DEL SIGLO XXI. No es necesario dar más la turra con esto.
Para complementar la información sobre el peligroso (y ridículo) camino por el que estamos yendo, dejo este ENLACE. Alucinado me hallo.
Para lo demás, siempre nos quedará Cannes. De momento.
Una recomendación
La serie «Cobra Kai» ha sido la serie más vista en Netflix (después de que la plataforma adquiriese los derechos a «YouTube Originals») durante este verano. No solamente por el factor nostálgico, que también, sino por que no trata de aleccionar al espectador. Trata de entretenerlo. La serie toma cierto partido en la batalla cultural riéndose de lo políticamente correcto en diversas ocasiones pero de una forma muy inteligente. Muestra un elenco diverso (razas, clases sociales, géneros, orientaciones…), como no podría ser de otra manera en una comunidad estadounidense moderna, pero no por imposición. Lo hace porque es exactamente lo que hay. Ni más, ni menos. Y es que cuando se hace de forma impuesta, se nota.

De verdad la recomiendo encarecidamente. Es un ejemplo de que se puede explotar un producto de éxito del pasado sin destrozarlo. Al contrario. Lo mejora, y mucho.
Y así acabo el artículo, con mejor sabor de boca.
¡Golpea primero! ¡Golpea fuerte! ¡Sin piedad!


