EL OESTE AMERICANO
«Una figura se planta en medio de la plaza, la gente sale despavorida dejando lo que hasta hace un momento era un río de personas de lo más dispar comerciando con todo tipo de enseres de forma bulliciosa para convertirlo en un cementerio. Desde dentro de una casa alguien retira con cuidado unos centímetros de tela que cubre un gran ventanal, lo justo para que dos ojos bien abiertos puedan ver con claridad lo que allí está a punto de suceder. A un lado de la plaza está la taberna, la música ya no suena, alguien sale de la misma, sus pisadas pueden oírse retumbando por las paredes de toda la villa. El silencio se puede cortar. El hombre lleva una insignia en forma de estrella en su pecho, un distintivo que le otorga autoridad frente al resto. Viste de negro, elegante. Camina lentamente hasta pararse unos cuantos metros frente al extraño que hace un momento había sembrado el pánico. Un extraño que se mantiene inmóvil, impasible, el polvo que trae consigo le viste de tal manera que forma una especie de aura macabra alrededor suyo. Esconde su rostro bajo un gran sombrero de cuero grisáceo. Todos están expectantes, asustados, todos menos uno. Escondido tras un tablón está el único enterrador que hay en todo el pueblo. Este frota sus manos pues sabe que hoy tendrá trabajo. Huele a muerte…»
Vaqueros, indios, bandidos, la figura del sheriff, soldados, mejicanos, buhoneros, predicadores, enterradores, esclavos, esclavistas, tramperos, mujeres de vida alegre, doncellas de cuna con espíritu guerrero, asiáticos llegados de los confines más lejanos, extravagantes aventureros europeos, borrachos, muchos borrachos, caballos, bisontes, serpientes, chacales, polvo, mucho polvo, montañas, desiertos, ríos, diligencias, armónicas, banjos, guitarras, sombreros, espuelas, sogas, bancos, trenes, cuchillos, hachas de guerra tomahawks, balas, balas y más balas, de revolver o quizás de rifle wínchester, el General Custer, Billy el Niño, Toro Sentado…
Estoy hablando, como no, del lejano, salvaje y viejo oeste americano.

Te pongo en CONTEXTO:
Entre finales del siglo XVIII, todo el siglo XIX y principios del XX, la frontera de Estados Unidos se expandió hacía el océano pacifico. Esto era visto como una oportunidad de progreso para aquellos que decidieron irse a poblar esos nuevos territorios. Las migraciones no cesaron y esto derivó en grandes avances en las comunicaciones y la industria. Como no, estos avances también comportaron tremendos intereses económicos y territoriales trayendo consigo fuertes choques culturales que marcaron el lugar. Por lo inhóspito e inexplorado, las tribus indígenas que aún poblaban esas tierras, la llegada de todo tipo de personas de las cuales muchas lo hacían con intenciones más que reprochables, hicieron que el bautizar el lugar con el nombre de “salvaje oeste” no fuera baladí.
La figura más representativa de este periodo histórico no fue otra que la del colono. Motivado con la idea de que, pasadas las grandes montañas rocosas, encontraría un lugar lleno de riquezas y oportunidades con las que labrarse un gran futuro. Ocupando las tierras al oeste de San Luis, fueron primero los tramperos, buscadores de pieles, los que se aventuraron a descubrir esos inhóspitos territorios. La llamada «fiebre del oro» en California es un famoso ejemplo que fomentó parte de esta carrera migratoria.
La demografía en los Estados Unidos creció de una forma verdaderamente especial debido a la masiva inmigración europea al país americano. Las grandes ciudades empezaron a masificarse y la natalidad se disparó. La población de los Estados Unidos pasó de ser de unos 5 millones de habitantes (siglo XVII) a cerca de 80 millones en menos de 100 años (siglo XIX). Por esa razón, la expansión a nuevos territorios se convirtió en una necesidad.
Todo esto precedió a aumentar considerablemente las fronteras del país anglosajón. Adquiriendo territorios mediante el descubrimiento de enclaves deshabitados, mediante luchas contra los pueblos indígenas e inluso contra el estado mejicano al sur del país (la guerra por Texas, Alta California o Nuevo México entre otros, mención especial a la batalla de «El Álamo» en el estado de Tejano y que fue llevada al cine en diversas ocasiones) o mediante la compra de tierras a potencias extranjeras como la compra de Florida a los españoles, Alaska a los rusos o Luisiana a los franceses. La idea expansionista de cierto corte imperialistas (entendiéndose el contexto histórico del que hablamos) no dejó de crecer. Así vendrían después las guerras contra España en Cuba o Filipinas, la adquisición de Puerto Rico (también a causa de la guerra contra una debilitada España) y más intervenciones que se irían sucediendo a lo ancho del mapa terrestre en el siglo XX.
El cine del género western, normalmente, nos muestra una parte muy pequeña de lo que realmente era el territorio que precipitó estas grandes migraciones. Por lo general, los desiertos y montañas rocosas, con esa amplitud desoladora y esos pueblos perdidos en mitad de la nada, formaban parte de los estados de Arizona y Utah. Además, casi toda la ficción, nos tiende a situar concretamente en el siglo XIX, cuando las migraciones comenzaron algo antes, aunque no de una forma tan abrumadora.
En la película de 1962 «La conquista del oeste» (dirigida entre otros por John Ford y personaje que abordo más abajo), es un claro homenaje a los colonos que partieron hacía las tierras del oeste para allí hacerse un hueco y prosperar pese a las adversidades que encontrarían en su viaje.
A mi entender, puede que la mejor forma en la que la ficción ha tratado al oeste americano sean especialmente los llamados WESTERNS CREPUSCULARES dirigidos por los grandes directores americanos de mediados del siglo XX y, a niveles meramente fílmicos también los producidos por sus homólogos europeos, los SPAGHETTI WESTERNS.
Se puede decir sin ningún tipo de duda, que el género western no tiene que ser solamente cine contextualizado en el oeste americano, ni muchos menos rodado en Estados Unidos. Muchas obras contemporáneas o incluso de época (épocas anteriores a la colonización del oeste americano), así como ficciones futuristas y/o fantásticas, pueden ser vistas como un western siempre que su desarrollo narrativo tenga los elementos característicos del género.
¿Y qué es un WESTERN CREPUSCULAR?
Es aquel western que desmitifica la idea del héroe (el caballero de corcel blanco cargado de valor y con integridad moral intachable) y donde se procura mostrar la realidad de un territorio que, pese a las grandes oportunidades que albergaba, no era ni mucho menos un lugar fácil. Las historias que se cuentan tienen un componente critico que prefiere no escatimar en la crudeza y la violencia de este punto de la historia americana antes que vanagloriarse de todo lo que en ella aconteció. Aún así, las historias, cargadas de dramatismo, no están faltas de épica y ciertos valores suelen acompañarlas. Valores que, como en toda situación en la que la condición humana esté presente, se muestran tanto negativa como positivamente. Se nos muestra un mundo caótico y cambiante, un choque cultural en lo sociológico y lo tecnológico, entre lo nuevo y lo viejo, lo que ya había, lo que llega y el inevitable enfrentamiento entre todos esos factores.
¿Y qué hay del SPAGHETTI WESTERN?
El «Spaghetti Western» es aquel cine del oeste de origen europeo. Algunas de las películas referentes del cine ambientado en esta época forman parte, sin duda, de este subgénero del western. Las productoras europeas vieron el éxito que el cine del oeste tenía a mediados del siglo XX. Unas obras con un John Wayne comiéndose la pantalla, así como también la taquilla, propiciaron el uso de ese universo para plasmar su propia visión del «far west» americano. Hay que valorar también que el tipo de literatura juvenil de la época de posguerras tenía a la épica del oeste como uno de sus grandes protagonistas, aunque le faltaba esa visión un tanto más realista y, por que no decirlo, algo pesimista del europeo medio que se acababa de comer una guerra mundial que lo dejó algo falto de fe en la humanidad. La mayoría de estas películas fueron financiadas y producidas por compañías italianas y de ahí el nombre de «Spaghetti Western». Pasó algo similar con las producciones españolas, a las que llegaron a llamar «Chorizo Western», este nombre no es muy conocido y, en cierta medida, me alivia que así sea. Normalmente estas producciones también contaban con dinero y producción de origen germana, de hecho, Alemania también contó con su propia industria de cine western.
MI SELECCIÓN FÍLMICA
El western es, sin duda alguna, uno de mis géneros favoritos. De hecho, podría decir que mi pasión por el cine viene dada, en cierta medida, desde que un sábado por la noche de aquellos maravillosos años 90 pude ver por televisión «La muerte tenía un precio». Aquello me dejó un recuerdo que aún conservo con gran cariño. Por esa razón, no cejo en mi empeño de divulgar este género y en especial los dos subgéneros que más me interesan.
Y, ahora sí, comienzo como mi selección.
BAILANDO CON LOBOS (DANCE WITH WOLVES)
Película del año 1990 y dirigida por Kevin Costner.
Ganadora de 7 Oscars de la Academia incluyendo mejor película y mejor director, y de 3 Globos de Oro incluyendo también mejor película y dirección.

En los 90, tuvimos la suerte de regresar a la época expansionista con «Bailando con lobos». Cargada de emocionante épica, aventuras, drama y un punto crítico reseñable, con una fotografía espectacular y una banda sonora que pone los pelos de punta. Qué decir que no se sepa de esta maravillosa película. Muchos no podrán catalogarla como un western propiamente dicho, ya que escapa de los parámetros puros del género. Pero su tema central es el expansionismo «yanqui» a nuevas tierras por conquistar y el conflicto con los nativos. Todo esto es parte básica para entender qué ocurrió en aquella época y en ese lugar en concreto y, por ello, esta película no podía faltar de ninguna manera en la lista.

La película nos traslada al termino de la guerra civil estadounidense. El teniente John J. Dunbar (Kevin Costner) es destinado a un puesto de guardia cerca de la frontera india. Acompañado solamente de su fiel caballo y un lobo que le visita con cierta regularidad y con el que acaba trabando una suerte de amistad y al que acaba bautizando como «Calcetines». Pasa sus días recogiendo en su diario todo aquello que le va aconteciendo. Tras breves encuentros con nativos, el soldado acaba salvando la vida de una joven mujer blanca que los indios habían aceptado en su comunidad. Esto le lleva a acercarse aún más a la población autóctona y comienza a verlos de una forma muy distinta. De alguna manera acaba cazando con ellos, intercambiado enseres, aprendiendo su lengua, luchando contra sus enemigos, etcétera. Acaba, a fin de cuentas, conviviendo con ellos. Los problemas llegan cuando el ejercito se presenta en el puesto de avanzada y descubre que el teniente hace tiempo que dejó de ser el militar que era y que su unión con los nativos no es lo que ellos entienden como algo positivo para sus propios intereses.
«Bailando con lobos» es un claro alegato en favor de la naturaleza y una película que centra parte de su contenido en un potente mensaje que trata de denunciar el racismo, siempre entendiéndolo desde el contexto histórico de la época en la que transcurre la historia.
Podría pasarme días citando películas y aún me dejaría muchas en el tintero que merecerían estar. Pero esto es una selección, así que, tras la anterior mención, comienzo a entrar en la esencia del llamado «WESTERN CREPUSCULAR» y lo hago con un filme que, aún no perteneciente a este subgénero, es un clásico del cine de «cowboys» básico para entender tanto al género en sí y, como no, a su principal autor.
A finales del siglo XIX, nació uno de los padres de la narrativa cinematográfica moderna. Su nombre, John Ford. Pasó del cine mudo al sonoro, sin perder frescura, innovando y creando escuela referente para todo cineasta que se precie hasta día de hoy.

Ganador de 4 Oscars a mejor director, este actor, director y productor, falleció en 1973 dejando tras de sí más de 200 películas. Se dice pronto.
Ford se especializó en el western y, de hecho, una de sus obras (descrita más adelante) es la que está considerada la primera cinta de «Western Crepuscular» de la historia. Otras obras suyas dignas de mención pero que no son del género que aquí trato son (y cito solamente unos ejemplos); «El hombre tranquilo», «El delator» o «Mogambo».
Son característicos sus grandiosos planos generales, los cuales nos mostraban la naturaleza salvaje, la libertad, lo indómito, lo desconocido y, en muchos casos, la sensación de soledad y pequeñez en la que se encontraban sus personajes. De hecho, en el cine de Ford, el entorno era un personaje más.
Cómo curiosidad. John Ford llevó durante muchos años un parche en el ojo debido a sus cataratas. (Lo sé, esto irrelevante, pero por si te lo habías preguntado alguna vez).
CENTAUROS DEL DESIERTO (THE SEACHERS)
Película del año 1956, dirigida por John Ford.
Ganadora de un Globo de Oro.


El maestro y pionero John Ford, nos sumerge en una de las mayores historias que ha dado el cine, referente para cineastas de todas las épocas y para todos a los que les apasiona contar historias en este formato. Tras dirigir «La diligencia» en el año 1939, película del género western muy laureada en los Oscars y por la crítica, Ford nos brindó la que, para muchos, es la mejor película contextualizada en el viejo oeste americano, esa es «Centauros del desierto».
Después de que los comanches invadieran el rancho de su hermano, lo quemaran y secuestrasen a la hija de este, Ethan Edwards (John Wayne), un «héroe» de la guerra de secesión estadounidense que había luchado en el bando confederado y que, al regresar tras mucho tiempo desaparecido, se encuentra con todo este «SinDios» y decide que debe salir junto al joven Martin en busca de la niña en una persecución sin cuartel tras la tribu que atacó la propiedad. Los años pasan y es muy probable que la chica ya no siga con vida y si aún lo está, es más que probable que haya acabado formando parte de la comunidad de nativos. Esa posibilidad crea unos conflictos internos en los protagonistas así como en su relación entre ellos y las decisiones que tienen pensado tomar en caso de encontrarla.
Este filme sí muestra el choque cultural y el conflicto entre los nativos y los colonos. Ese choque sirve de contexto para adentrarnos en un universo que es historia viva del séptimo arte. Con «Centauros del desierto», no solo tenemos uno de los grandes referentes del western americano, tenemos un clásico que ha influenciado de forma crucial en todo lo que se ha venido haciendo después.


La influencias estéticas de este filme, en especial su fotografía, en otras obras es más que notable. Películas como «Star Wars», «Lawrence de Arabia», «El color púrpura» o la antes ya citada «Sin perdón» muestran más que evidentes influencias de la obra de Ford. Composición de planos, el coloro y su uso narrativo son muy evidentes a poco que se comparen un poco.


John Wayne, con quién Ford ya contó en «La diligencia» casi 20 años atrás, es el protagonista de la cinta. Él es, junto a Eastwood, el gran referente del cine del oeste. Lo es, sin duda, dentro de la industria Hollywodense de producción norteamericana. Su trayectoria en cine es larguísima, de las cuales la gran mayoría son del género western. A películas como las dos ya mentadas se le unen nombres como; «Río Bravo» (+ «Río Rojo», «Río Tranquilo» o «Río Grande», entre otros ríos ), «Hondo», «El Álamo», «El Dorado» o también y, cómo no, otra cinta dirigida por John Ford, «El hombre que mató a Liberty Valance» la cuál se encuentra en el siguiente punto.
EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE
Película del año 1962, dirigida por John Ford.

Después de dirigir uno de sus mayores éxitos como fue «Dos cabalgan juntos» en 1961, John Ford volvió a la carga con este film en el que recupera de la cinta anterior al magnifico James Stewart y repesca a un curtido John Wayne.
Una auténtica obra maestra del cine con un reparto magistral. Está considerada una de las madres del «Western Crepuscular» pues nos adentra en un mundo donde, por mucho que los personajes busquen actuar acordes a un sistema de valores donde prime la moral, la realidad es bastante más terrible y las consecuencias de sus actos tienen de todo menos de heroicidad.
El senador del Congreso de los Estados Unidos, Ransom Stoddar (James Stewart), viaja junto a su mujer (Vera Miles) al pueblo del oeste en el que una vez vivieron para asistir al funeral de su amigo Tom Doniphon (John Wayne). Una vez allí, Ransom cuenta su historia a unos periodistas. Les explica que él era un joven abogado del este que se dirigió al pequeño pueblo para ejercer la abogacía, pero que poco antes de llegar fue brutalmente atacado por el pistolero Liberty Valance (Lee Marvin) y… Hasta ahí puedo escribir.

La historia está basada en un relato de Dorothy M. Johnson y, cómo ya he dicho antes, ésta película, es una obra que desmitifica (por razones más que obvias) de forma aplastante la vida en el lejano oeste en relación a lo que se acostumbraba a encontrar en otros westerns. Por razones estéticas, Ford quiso que la película fuese rodada en blanco y negro. Quizás quiso darle un enfoque más oscuro que contrarrestara con la épica predominante en el género y darle un enfoque más al cine de temática «noir» (cine negro).
GRUPO SALVAJE (THE WILD BUNCH)
Película del año 1969, dirigida por Sam Peckinpah.

Toda la crudeza del Oeste queda plasmada en, quizás, el mayor referente de western crepuscular de la historia del cine.
Un grupo de forajidos huye hacía México del ejercito y los cazarrecompensas tras dar un último golpe que no termina saliendo como ellos querrían. Entrando en tierras aztecas, es el ejercito mejicano quien va en su busca. Están atrapados, exhaustos, viejos. Ya no son lo que eran y deberán tomar una decisión extrema.

¿Por qué la obra de Peckinpah es (bajo mi humilde criterio) el mayor referente del western crepuscular? Simple, por su crudeza. La simple y violenta crudeza que no se solía mostrar en el western clásico. La violencia no se esconde, está ahí y todos respiran de ella. No hay héroes, no hay villanos (o todos lo son). Son simple y llanamente supervivientes a la espera de la muerte. Son conscientes de ello, por que ese es su mundo. Y la película no solo no esconde esto, lo muestra como no podría ser de otra manera. La crueldad se ve reflejada en prácticamente todos los aspectos que acompañan a los protagonistas. Desde ellos mismos, forigados y ladrones dispuestos a matar, hasta en los propios niños que pueblan este mundo de balas y muerte. Un salvaje oeste nada idílico, salvaje y punto.
Un apunte interesante y a remarcar es que el mismo estudio cortó partes de la escena final, ya que resultaba aún más violenta de lo que al final pudimos ver en pantalla.
Posiblemente, Peckinpah, se vio influenciado por una corriente del western bastante más salvaje y parca en remilgos moralistas y en la típica autocensura propia de los puristas estudios americanos de la época, y esa es la visión a la que dieron forma los directores del género europeos.
Nos encontramos en Europa, a mediados del siglo XX. Hay ganas de contar historias. ¿Qué tal una de vaqueros? Entramos de lleno en la esencia del llamado «SPAGHETTI WESTERN».
Llegados a este punto, vamos con un apartado dedicado a las 4 películas que el director italiano Sergio Leone creó contextualizadas en el mundo del western. «La trilogía del Dólar».

Este italiano nacido en 1929, fue un director, guionista y productor cinematográfico. Era hijo del también director de cine Vincenzo Leone.
En sus inicios, comenzó rodando algún que otro «Péplum» (cine clásico ambientado en las antiguas Roma y Grecia) con películas como «Los últimos días de Pompeya» o «El coloso de Rodas». En su haber hay hasta 9 títulos, centrando gran parte de su carrera en dirigir los denominados «Spaghetti Western», casi todos rodados en España. De hecho, cuenta con una calle a su nombre en la ciudad de Almeria.
Arrastrando diversos problemas cardíacos a lo largo del tiempo, Leone falleció en 1989 de un fatídico ataque al corazón mientras preparaba su película «Lenningrado».
Sus westerns tienen claras influencias en los maestros norteamericanos y del cine japonés de la época.
Aparte del uso de los recursos naturales de forma narrativa como pueden ser la inmensidad de los paisajes, el polvo, la arena o el mismísimo sol muy en la línea de Ford. Sus señas de identidad son el uso de la cámara (también de forma narrativa) con potentes «zooms», planos detalles (como las clásicas miradas de los personajes en los duelos). Sus personajes suelen ir sucios, desgarbados, sudan, se manchan, sangran, pero ojo, sin perder la elegancia si el personaje está creado para así mantenerla. ¡Ah! Y el uso de la banda sonora de forma que ésta queda integrada como otro personaje más dentro de sus películas, pero no adelantemos acontecimientos… «This is the really far west, my friend».
POR UN PUÑADO DE DOLARES (PER UN PUGNO DI DOLLARI)
Película del año 1964, dirigida por Sergio Leone.



Un casi desconocido Clint Eastwood tomó el protagonismo en esta primera cinta de la llamada «trilogía del dólar». La obra que puso los cimientos de lo que hoy es el subgénero por excelencia del cine del oeste, el «Spaghetti Western».
Un extraño a caballo llega a un pueblo fronterizo llamado San Miguel. El jinete para a descansar y es acosado por un grupo de hombres a los que hace frente. Él los despacha con cierta facilidad, cosa que llama la atención al líder de «Los Rojo», familia enfrentada a «Los Baxter» (algunos de sus miembros yacen en el suelo por obra y gracia del diestro pistolero). Así que nuestro protagonista presta sus servicios a ésta familia hasta que, de un modo muy inteligente, pasa al lado opuesto para hacer prácticamente lo mismo. Los bandazos van y vienen y ambas fuerzas se van mermando . El objetivo es hacerse con el botín que los dos grupos tienen en su haber, para ello debe liberar antes al pueblo de todas la bandas que se lo disputan.

Hay varios casos curiosos en los que la industria del cine occidental creó sus propias «versiones» de éxitos de otros países. Sus influencias llegaban especialmente de países orientales como Japón. En el año 1954, Akira Kurosawa dirigió «Los siete samuráis», película que contó con su versión western en 1960 de la mano de John Sturges. Aquella mítica cinta con Yul Brynner cómo protagonista titulada «Los siete magníficos».
La cinta de Leone tiene claras referencias al «Yojimbo», de Akira Kurosawa película de 1961 con Toshiro Mifune como protagonista. Bueno, siendo sinceros y salvando ciertas distancias, es prácticamente un calco.

Nos muestra al samurái errante (denominado «Rōnin») que en su viaje se topa con diferentes clanes enfrentados a los que acaba prestando servicio. De hecho, este film derivó en un juicio después de que su director, Kurosawa, denunciase a Leone por plagio. Este último dijo que solamente se trataba de un homenaje y no de una copia, pero eso no pareció convencer al director japonés, al que ya le habían plagiado anteriormente sus «siete samuráis». Ahora entendemos por que a Tarantino le apasiona tanto este director, entre otras cosas, claro.

Algo muy similar se pudo ver en otro «Spaghetti Western» de nombre «Django». En la película de 1966, protagonizada por Franco Nero, dirigida por Sergio Corbucci y rodada también en España, la tónica es muy similar.

En lugar de dos familias, son dos bandas las que luchan entre sí. Es memorable la imagen del protagonista arrastrando un enigmático ataúd, en su interior lleva una ametralladora Gatling con la que posteriormente impartirá justicia. Mucho tiempo después vendría la versión de Tarantino en una nueva revisión del personaje.

LA MUERTE TENÍA UN PRECIO (PER QUALCHE DOLLARO IN PIÙ)
Película de 1965, dirigida por Sergio Leone.


Sin lugar a dudas, una de mis películas favoritas. Dos hombres crean una implacable sociedad para intentar atrapar a «EL INDIO», un forigado sin escrúpulos líder de una peligrosa banda. Las motivaciones son; la venganza y la recompensa. Comienza la caza.
Rodada en Almeria, provincia que guarda una relación estrechísima con el género, pues casi todo el western europeo (y algún que otro western americano) fue producido en esta zona del sur de España. Concretamente, parte esencial de la película, se rodó en «Los Albaricoques», un pequeño pueblo que tuve la ocasión de visitar.


El coronel Douglas Mortimer (Lee van Cleef), se encuentra con el cazarrecompensas apodado «El Manco» (Clint Eastwood.). Ambos están tras «EL INDIO» (Gian Maria Volonté), el primero busca vengar la violación (con posterior suicidio) de un ser querido, el segundo quiere hacerse con la cabeza del delincuente (y de paso la de toda su banda), para cobrar la generosa recompensa.
Estamos ante un western de aventuras que tiene prácticamente de todo. Personajes riquísimos, una historia simple pero absorbente, dramatismo, épica y emoción. Su banda sonora es, junto a la próxima película a analizar, es la que posiblemente sea la más conocida en la historia del cine del oeste. Ese silbido es imperecedero y está, sin duda, en la memoria de casi todo el mundo. Y sí, sé que lo tienes en la cabeza ahora mismo.
EL BUENO, EL FEO Y EL MALO (IL BUONO, IL BRUTTO, IL CATTIVO)
Película de 1966, dirigida por Sergio Leone.

El final de la llamada «trilogía del dólar». La historia nos sitúa en plena guerra civil. Una promesa de riqueza, tres hombres detrás de ella. Uno es un cazarrecompensas a quién llaman «Rubio» (Clin Eastwood), otro es «Tuco» (Eli Wallach) un simpático forajido cuyo verdadero nombre es Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez ¿Cómo te quedas? y, por último, tenemos a «Sentencia» (Lee Van Cleef), un sargento del ejercito norteño que antes se ganaba la vida como asesino a sueldo. Los tres conocen un detalle diferente del lugar donde está escondido un tesoro con 200.000 monedeas de oro. Así comienza una carrera, con alianzas y desavenencias mutuas en la búsqueda del codiciado botín.


Las imágenes de arriba son del rodaje de la película en España, concretamente en Burgos, donde se rodaron dos escenas clave. A la izquierda tenemos al elenco protagonista del filme y tras ellos el famoso cementerio de «Sad Hill». A la derecha podemos ver a Clint y a Lee hablando con uno de los guardias civiles que colaboraron en la seguridad (y de extras junto a militares) en torno a la producción mientras se rodaba la escena de la batalla en el puente. Las anécdotas se cuentan por miles.
Y ahora, piensa en la banda sonora, ¿Ya la tienes? Ha sido fácil…
HASTA QUE LLEGÓ SU HORA (ONCE UPON A TIME IN THE WEST)
Película del año 1968, dirigida por Sergio Leone.

La última gran obra del maestro. Aquí Leone innovo en el plano técnico hasta tal punto de resultar revolucionario, pues usó tomas de cámara jamás antes vistas en el cine.
Rodada, como no, en España, concretamente en Tabernas, Almeria. No sin antes comenzar su filmación en la mismísima Arizona, en Monument Valley ni más ni menos.
Aquí, Leone quería que Eastwood fuera el actor que interpretara a su icónico vengador, conocido como «el hombre de la armónica» o «Armónica», pero éste declinó la propuesta, cansado de tanto western y con ganas de realizar otro tipo de proyectos. Por eso, al final, se acabó decantando por un joven Charles Bronson, quién ya había participado en otro famoso western; «Los siete magníficos».
Estamos en plena expansión del ferrocarril por tierras salvajes.

Un grupo de pistoleros esperan en una estación de tren la llegada de un misterioso hombre. Al bajarse tiene lugar un desigual duelo entre los tres pistoleros y el extraño pasajero…
En su rancho, Brett McBain (Frank Wolff) está preparando una fiesta para Jill (Claudia Cardinale), su esposa. Cuando esta llega a casa descubre que su familia ha sido asesinada. Es entonces cuando Jill hereda la fortuna de su marido. Entra en escena el magnate del ferrocarril (Gabriele Ferzetti), aquel que dio la orden de asesinar a la familia de Jill y así quedarse con su fortuna y terrenos. El misterioso pasajero acompañado de su armónica (Charles Bronson) y llamado por todos con el mismo nombre que el instrumento que porta y toca, «Armónica», está buscando a Frank (Henry Fonda), el sanguinario pistolero que trabaja bajo las órdenes del avaricioso magnate. Por otro lado, el fugitivo «Cheyenne» (Jason Robards), el cuál es acusado de haber asesinado a la familia McBain, decide unirse a Armónica en su cacería para atrapar al verdadero asesino y limpiar así su nombre. Las motivaciones de «Cheyenne» son claras, las de Armónica son algo diferentes.
SIN PERDÓN (UNFORGIVEN)
Película del año 1992, dirigida por Clint Eastwood.
Ganadora de 4 Oscars incluyendo mejor película y mejor dirección y 2 Globos de Oro incluyendo mejor director.

Para terminar con las películas en las que aparece Clint Eastwood, referente por antonomasia del western (de nuevo con permiso de Wayne) y mi referente cinematográfico por excelencia (si no lo digo reviernto), lo haremos con «Sin perdón». Esta película muestra al salvaje oeste tal y como debía ser, sin nada de purpurina, sin algodón. Un lugar peligroso, terriblemente violento e injusto.
Aunque rechazara participar en la última película de Leone, éste participó en algún que otro filme del género como en «Hang ‘Em High» (en español «Cometieron dos errores», título más que acertado) película de Ted Post del año 1969 o el musical «Paint Your Wagon» (en España titulada «La leyenda de la ciudad sin nombre», gracioso enfoque), de Joshua Logan, película también del año 1969.


Con Lee Marvin en «La leyenda de la ciudad sin nombre»
Después decidió ponerse a rodar y protagonizar él mismo películas del oeste cómo «High Plains Drifter» (en español se tituló «Infierno de cobardes» y debo reconocer que esta vez el título en nuestra lengua me parece mejor que el original) en 1973, «Pale rider» (en español «El jinete pálido», aquí respetaron el título original sin problemas) en 1985, o «El fuera de la ley» («The outlaw Josey Wales») en 1976, fantástica película sobre un soldado confederado en busca de venganza. Años después, Eastwood regresaría con una de sus mejores obras en la dirección con «Sin Perdón».



Parece que, al final, el bueno de Clint no le había perdido las ganas del todo a eso de andar a caballo revolver en mano. Más bien quiso hacerlo a su manera.
Así pues, cuando el género western parecía algo del pasado, Eastwood lo resucitó para traernos esta maravilla consagrándolo como director.
Wyoming. Un grupo de prostitutas ofrece una recompensa de 1000$ a quién mate a dos salvajes que desfiguran la cara de una de sus compañeras. Por ello, William «Will» Munny (Clint Eastwood), un antiguo cazarrecompensas, acepta el encargo al necesitar el dinero para ayudar económicamente a su familia pese a que ya había dejado ese tipo de vida tiempo atrás. A él se le une Ned Logan (Morgan Freeman), quién es amigo de «Will» y tiene la particularidad de ser negro (en una época donde el racismo era el pan de cada día) y el joven inexperto (Jaimz Woolvett). Al llegar a la ciudad se topan con un peligro mayor, el sheriff local, Little Bill Daggett (Gene Hackman), él es la ley y el orden en el lugar y no va a permitir que nadie se tome la justicia por su mano, y menos si los blancos de la cacería son sus propios chicos.

Que Eastwood recuperase el género del western en aquel ya lejano año 92, propició que hasta a día de hoy se sigan creando contenidos de lo más variados relacionados con el lejano oeste. No se han dejado de hacer películas de forma periódica como «Rápida y mortal» de Sam Raimi en el año 1995, «El tren de las 3:10 a Yuma«, remake de la película del año 1957 y dirigida por James Mangold en 2007, la maravillosa «Pozos de ambición» (aunque este no sea un western al uso), filme de Paul Thomas Anderson estrenado en 2007 y con un pletórico Daniel Day-Lewis o la fantástica película «Los odiosos ocho» de Quentin Tarantino, película de 2015 y, para mi gusto, mucho mejor que su anterior incursión al western «Django Unchained» filme de 2012. Todo esto son solamente unos ejemplos. Se crearon novelas, adaptaciones de otros universos contextualizadas en el lejano oeste o videojuegos como la saga «Red Dead Revolver» o su secuela «Red Dead Redemption» de la compañía Rockstar. También series de televisión como la increíble y, ojo, la destaco y recomiendo encarecidamente; «Godless» producida por Netflix, entre muchas otras.
Después de esto, Eastwood también rodaría algún que otro western contemporáneo, pero, eso ya es otra historia…
EDITO este artículo (ya en 2020) para añadir un filme que me había dejado y que no podía faltar. Se trata de «EL RENACIDO».
Película de 2016 dirigida por Alejandro González Iñárritu e interpretada por Leonardo DiCaprio y Tom Hardy. Ganadora de 3 Oscars de la academia, incluido mejor dirección. Aunque la cinta no es un western en sí misma, relata muy bien las situaciones límite y salvajes que vivían los colonos, en este caso un grupo de tramperos y su guía, en su expansión por el país norteamericano en aquellos años.
+ EXTRA – La importancia de la música.
Hay un caso muy curioso en la historia del cine, en la película de 1975 «Tiburón» de Steven Spielberg, antes de su estreno, se realizó un pase previo del filme que no contaba con la banda sonora, escrita por John Williams. Dicho pase no convenció a algunos productores que criticaron la cinta. Tras añadirle posteriormente la banda sonora, la película adquirió el elemento que le faltaba, el resultado fue más que evidente y con ello el éxito que la encumbró a referente del género. Las icónicas notas que nos muestran el inminente peligro que acecha bajo las profundidades forman ya parte de la cultura popular.
Y es que: la banda sonora es algo que va de la mano con el significado de la historia. La música complementa la trama, enfatiza cada situación y aporta a la narrativa algo más que un mero adorno sonoro. La música nos traslada el peligro, la alegría, nos acerca a la conducta psicológica y la situación social de los personajes, ya sean el protagonista o el antagonista, así como también nos lleva al momento y lugar exacto en el que sucede la historia.
Es indudable que la música es un elemento de gran importancia dentro del cine y si hay un compositor capaz de trasladarnos de una forma más que evidente al lejano oeste con tan solo oír unos acordes (o silbidos), ese es Ennio Morricone. Igual que cuando vemos un «Péplum» de romanos, rápidamente asociamos las cornetas al paso de las legiones, Morricone hizo que un silbido, una armónica, o un quejido indio, fuesen sinónimo de western. Y es que así es. La guitarra o la trompeta son esos sonidos hispanos que nos adentran en territorios disputados por dos naciones. Los tambores de guerra apache. Las campanas que evocan a muerte y redención. Y un largo etcétera de combinaciones, que han enriquecido este universo.

Morricone compuso la banda sonora de otros filmes cómo «La Misión», «Los intocables de Eliot Ness», «Cinema Paradiso», «La Cosa» o el también spaghetti western; «Il Mercenario».
++ EXTRA – Desenterrando SAD HILL y el cementerio reconstruido

«Desenterrando Sad Hill» es un documental dirigido por Guillermo de Oliveira (disponible en Netflix) que nos muestra la reconstrucción del mítico cementerio de la cinta «El bueno, el feo y el malo».
Abandonado por el paso del tiempo, un grupo de fanáticos del filme decidió rescatar este mítico lugar situado en Santo Domingo de la Calzada (Burgos). Esto se consiguió con mucho esfuerzo e inversión de tiempo y dinero por parte de sus altruistas rescatadores. Además, existía la posibilidad de apadrinar una de las 5.000 exclusivas tumbas con el nombre que el mecenas de turno quisiera añadir.
Aquí abajo un ejemplo.

Y hasta aquí mi selección fílmica de obras creadas en el contexto del oeste americano. Espero, te haya parecido útil y… ¡A disfrutar del cine!



