FELIZ NAVIDAD

Dentro de lo que se pueda…

A mí la Navidad, independientemente de mis creencias, es una época que siempre me ha llenado mucho. Todos somos conscientes de que estas fiestas no serán como las pasadas y no sólo por las medidas restrictivas (evidentemente incómodas y tristes para los que vivimos estos días con alegría al lado de los nuestros), ya que vamos a tener que tomarlas muy en serio y más ahora que parece que la pesadilla está llegando a su fin. Al menos en aquello que tiene relación directa con los efectos del maldito virus, pues aunque eso se consiga controlar, los problemas derivados del mismo seguirán aquí largo tiempo. Llegado el momento tocará hacer como decía «Mecano»; «Hacemos el balance de lo bueno y malo…» Aunque poco bueno hay que sacarle a este año, sólo que aquí seguimos (los que seguimos) y habrá que mirar al frente con todo el optimismo que podamos.

Llegado el momento tocará, como decía «Mecano»; «hacer balance de lo bueno y malo…»

Este ha sido un año muy difícil. A algunos, la pandemia y sus consecuencias nos ha afectado en lo personal de forma devastadora. Los que más me conocen saben lo que hemos pasado en mi entorno. En cuestión de meses se han truncado muchos sueños e ilusiones. Sufrimos una pérdida irreparable (cosa que deja en planos muy alejados todo lo demás), pero no puedo evitar pensar también en todos los proyectos vitales que se han visto afectados por la situación. Algunos recuperables, otros no. Las consecuencias económicas y la pérdida de tiempo, sobretodo del preciado tiempo. Para colmo la desilusión de la mano de quien jamás lo esperas. A mi alrededor, debido a uno de los trabajos que tenía y la cantidad de gente que conozco, he podido vivir de primera mano cantidad de casos que, directa o indirectamente, me han servido para comprobar el terrible impacto derivado de estos tiempos. Luego el miedo, la desidia y la rabia, mucha rabia. Especialmente hacia quienes, en principio, deberían velar por nuestros intereses, tanto en términos de salud como en los económicos. Pues para eso están ahí y para eso se lo llevan bien calentito con lo que nos sacan de nuestros bolsillos. En resumidas cuentas, ha sido un año de mierda, sí.

Pero tras este pequeño desahogo y que para nada tiene motivaciones de «hay pobrecito» ya que eso no va conmigo y, en el fondo, no me puedo estar quejando (al menos) gracias a la maravilla de gente que me rodea, de lo injusto que sería sabiendo que hay gente a mi alrededor que lo está pasando aún peor y de mi particular optimismo (es particular en todos los sentidos), quiero ir más allá y explicar de forma breve un relato histórico que bien vale ser recordado en momentos como este.

Por que si piensas que las circunstancias en las que nos encontramos son malas, no quieras imaginar lo que sería para un soldado al que han obligado a ir a matarse con otros a un país vecino por razones que desconoce mientras, rodeado de muerte, el frío de diciembre le come los huesos, la enfermedad no le deja apenas respirar, los piojos y garrapatas le comen la carne, el miedo le paraliza durante las apenas dos horas que puede (o más bien intenta) dormir y tiene que alimentarse con las pocas ratas que encuentran mientras cavan más y más metros de húmeda trinchera. Pues aún así, estos hombres sacaron una luz dentro de sí para ver mucho más allá y comprobar que aún existen momentos para la alegría, la fraternidad y la esperanza siempre y cuando exista un motivo para buscarlas. Y este motivo fue la Navidad.

TE PONGO EN CONTEXTO

Es posible que ya conozcas esta historia y si no, yo te la cuento.

Diciembre de 1914, la Primera Guerra Mundial (también denominada como La Gran Guerra) llevaba apenas 5 meses en curso. En el frente francés se encontraban los dos ejércitos (cada uno a un lado como es lógico) sobreviviendo como bien podían en sus profundas y kilométricas trincheras. Las batallas se sucedían y los muertos de ambos bandos se amontonaban. El ánimo, como no podía ser de otra forma, se quebraba.

Esta guerra fue consecuencia directa de las ansias expansionistas (menuda novedad) de diversos imperios y los diversos intereses que estos tenían. En un lado se encontraba un contingente formado por la llamada Triple Alianza (Imperio Alemán e Imperio Austro-Húngaro aunque más tarde se unirían otros como Italia y así se formaría dicho nombre) y en el otro los aliados (Bélgica, Francia, Reino Unido y los países que lo conformaban, Rusia o Estados Unidos entre otros). En ella participaron prácticamente todas las potencias industriales de la época. Resumir los porqués de esta guerra me llevaría mucho tiempo y entonces el artículo de breve tendría lo que Oliver Atom tarda en cruzar el campo hasta llegar a la portería contraria.

Volviendo al campo de batalla. Tenemos a belgas y franceses compartiendo trinchera con soldados británicos. Sí, de «la pérfida Albión» (adjetivo peyorativo de origen hispano que usaba Napoleón Bonaparte para referirse a Inglaterra), lo cual es otro reflejo de como las alianzas y hostilidades se han ido intercalando a lo largo de la historia. Pues aquí luchaban juntos y estas alianzas forjaron parte de los cimientos de las más o menos buenas relaciones que hoy tenemos en Europa. Hicieron falta siglos de guerra, dos guerras mundiales y millones de muertos para llegar a eso…

Este relato no sólo fue contado por sus testigos presenciales, son las cartas que los mismos soldados que allí se encontraban las que mejor dan fe de lo que allí sucedió.

Nochebuena, el silencio. De pronto algunos soldados desde trincheras alemanas comienzan a colocar pequeños árboles iluminados (tradición típicamente germana que hoy todos hemos copiado), al otro lado del campo de batalla otros comienzan a cantar villancicos que son respondidos con otros cánticos propios de la festividad. Sólo hizo falta que un oficial saliera de su refugio para que se hiciera el silencio de nuevo. Desconcierto y desconfianza. Poco a poco se fue acercando mientras se iban asomando más y más cabezas. Nadie disparaba. Más oficiales salieron, de uno y otro bando. Pronto lo hicieron los demás soldados.

Hubo un gran intercambio. Primero fueron solamente palabras, después comida (especialmente chocolate y otros dulces), alcohol, cigarros o ropa e insignias. Pronto empezaron a mostrarse los unos a los otros retratos de sus familias (mujeres, hijos, en definitiva, aquellos que les esperaban en casa).

Se llegó incluso a jugar un partido de fútbol, el cual se dice que lo ganó Alemania (cómo no) 3-2. La UEFA colocó hace pocos años un monumento en el lugar donde parece ser tuvo lugar la «pachanga».

Fotografía tomada durante la tregua

Todos los testimonios coinciden en que fue un momento extraño y hermoso. A este suceso se recuerda como «La Tregua de Navidad de 1914».

Lógicamente, el estrés y el horror de la guerra generó recelo en algunos de los soldados que procuraron no participar del acto demasiado dolidos por el daño que el adversario le habría podido infligir anteriormente. Algún miembro mutilado o algún amigo caído. Razones sobradamente humanas para entenderlas.

De todas formas, los designios de sus mandatarios no sirvieron para que la mayoría de aquellos hombres y sus oficiales no pudieran ver en los soldados que tenían en frente algo más allá de simples sujetos a los que había que eliminar. Esto fue un autentico milagro navideño. Sin duda.

La tregua no tuvo lugar solamente en un punto. De hecho, en toda la línea de guerra franco-belga, el episodio se fue propagando rollo: «Los de al lado han salido al encuentro del enemigo, pero no hay un solo disparo». En el frente oriental también se vivió un episodio similar motivado por el ejército del contingente Austro-Húngaro, los rusos que tenían enfrente tuvieron una respuesta positiva al gesto.

Aquello duró más o menos hasta el día siguiente. San Esteban. Tras un silencio sepulcral comenzó de nuevo lo que nadie quería volver a ver y aún menos tras lo sucedido en Nochebuena… ¿Era posible matar a aquellos con los que acababas de compartir ese momento? Desgraciadamente, no les quedó más remedio. Cuando la noticia llegó a altos mandos de ambos bandos, estos reaccionaron furiosos. Aquello no era un comportamiento tolerable. Muchos oficiales y soldados (después de requisar su correspondencia explicando los hechos) fueron duramente castigados. Algunos en consejo de guerra. La guerra debía continuar y continuó.

Algunos medios de prensa escrita, sobre todo en países neutrales (en los beligerantes estaba prohibido), se hicieron eco de este suceso. En posteriores navidades en el frente, algunos soldados intentaron tímidamente que este suceso se repitiera, pero tristemente no pasó.

En 1918, el campo de batalla (y el mundo en general) se vio azotado por la mal llamada gripe española dejando millones de muertos a su paso. Este término se acuñó por la simple razón de que los únicos medios que trataban el tema eran españoles pues en los otros países se optó por el silencio para no «desmoralizar a las tropas» durante la guerra. ¿Más aún?

En noviembre de ese mismo año la guerra llegó a su fin con victoria de los aliados y la desaparición de varios imperios históricos.

Monumento a la «Tregua de Navidad» en Comines-Warneton (Bélgica)

Tampoco se aprendió mucho de esto pues, pocos años más tarde, el mundo volvió a verse envuelto en otra guerra aún más terrible e infame. El ser humano es maravilloso…

La sociedad de hoy, tan polarizada y enrabietada en muchos casos por problemas que en realidad no lo son tanto, debería aprender de estos hombres que dejaron de lado sus armas y, más importante aún, sus órdenes (y aquí sí que había unas graves consecuencias) para llegar al extremo de abrazarse a sus «enemigos». Algunos de ellos, según se cuenta, llegaron a concretar el citarse tras la guerra. Quiero pensar que así lo hicieron.

Y ahora la película recomendada.

FELIZ NAVIDAD (JOYEUX NOËL)

Película del año 2005, dirigida por Christian Carion.

La película es un ejercicio de humanidad que hace hincapié en dos elementos clave; en primer lugar lo absurdo del nacionalismo (ya que al principio se nos muestra como ya desde la escuela se adoctrina a los niños para odiar a su «enemigo»), el odio irracional que éste genera y, por supuesto, lo terrible de la guerra y sus consecuencias. Y, en segundo lugar como (al final), todos somos seres humanos y que nuestra naturaleza no se basa en la aniquilación del prójimo.

El reparto lo componen caras muy conocidas como los alemanes Diane Kruger y Benno Fürmann, el hispano-alemán Daniel Brülh, los intérpretes franceses Dany Boon, Guillaume Canet y Bernard Le Coq o el escocés Gary Lewis, entre otros.

Se optó por que los soldados representados en el filme fueran por un lado alemanes y por el otro franceses y escoceses.

La película refleja varios de los momentos que la historia describe. Desde los soldados cantando al unísono villancicos desde sus trincheras hasta el mítico partido de fútbol.

Buena fotografía, caracterización, ambientación, ritmo e interpretaciones. Sin olvidar la fantástica banda sonora. Esta película, sobre todo, es muy emotiva.

Vale que soy un sentimental, pero cuando veo esta película no puedo evitar emocionarme hasta echar una lagrimilla. Vamos, perfecta para ver en estas fechas tan señaladas.

Pues aquí lo dejo por hoy no sin antes desearte, a ti que me lees y como bien se pueda, unas felices fiestas junto a los tuyos (pero con precaución) y mis mejores deseos para este nuevo año. Tengamos responsabilidad y esperanza en que todo irá mejor. Un abrazo enorme.

Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.

Nos vemos en otro momento. ¡HASTA LA VISTA!

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