EN NOMBRE DE LA FE

Desde que Carlomagno, rey de los Francos y posteriormente también de Italia, se erigiera emperador del Sacro Imperio Romano, el poder e influencia de la iglesia y el papado fue ganando presencia a marchas agigantadas

Un 18 de mayo de 1291, la ciudad de Acre, último bastión cristiano en el denominado «Reino Cristiano de Jerusalén», cae en manos musulmanas dando fin al oscuro periodo de las cruzadas.

En una Europa, siempre a tortas, las reformas del ya protestantismo Luterano y el anglicanismo inglés fundado por Enrique VIII en el siglo XVI enfrentaron la forma de concebir la fe que tenían las naciones del viejo continente.

El imperio otomano va a por todas, pero un «vampiro» valaco y la Coalición Católica piensan pararle los pies. Estos últimos liderados por un Imperio Español que ya dominaba el cotarro y era muy ducho en eso de expandir la fe más allá de fronteras conocidas.

Voy a resumir algunos episodios interesantes recogidos entre la edad media y la edad moderna. Dos periodos que van desde la caída del Imperio Romano (476 d. C.) a la Revolución Francesa (1789 d. C.) en los que se llevaron a cabo importantes actos en nombre de la fe (o motivados por esta) y que cambiaron el curso de la historia.

Estos fueron acontecimientos que el cine representó en diversas ocasiones de forma extraordinaria. Aquí añado algunos ejemplos imprescindibles.

Cuadro de Dominique Papety (La caída de San Juan de Acre – 1840).

100 años antes de la caída de Acre sucedió el sitio de Jerusalén, cuando las tropas de Saladino conquistaron la ciudad dando pie a la tercera cruzada. Una misión tras otra, parecía una proeza destinada al fracaso desde el principio…

TE PONGO EN CONTEXTO

DIOS LO QUIERE

Durante siglos, el poder religioso superaba con creces a cualquier otro. Términos como nación no contaban con el peso que representan hoy y las fronteras no las marcaban simplemente los territorios, las marcaba el dogma imperante en los mismos y el máximo representante de Dios en la tierra, el baluarte de la fe o lo que es lo mismo, El Papa y las monarquías europeas que secundaban su poder.

En la edad media las cruzadas fueron uno de los acontecimientos más relevantes. Los cristianos, con el Papa a la cabeza, se empeñaron en recuperar Tierra Santa en oriente medio. Las dos potencias que más participaron de forma activa en esta aventura fueron Francia e Italia (aunque hubo más protagonistas) y los rivales que encontraron en su camino fueron especialmente los musulmanes, aunque también hubo muchos otros pueblos que se oponían a esta campaña como podían ser los judíos, los cátaros, los cristianos ortodoxos, los mismos enemigos del Papa en occidente y hasta los mongoles en pleno expansionismo.

Grandes ejércitos, formados por soldados y voluntarios a los que se les podía expiar de sus pecados si se unían a ellos, marcharon a miles de kilómetros de sus hogares para, muy posiblemente, encontrar la muerte en una tierra extraña para ellos. Todo bajo el lema Deus lo vult; Dios lo quiere.

Las cruzadas se originan cuando los cristianos sienten la necesidad de proteger a los pueblos que profesan su misma fe en tierras de oriente y por la amenaza que suponían para la misma la expansión de la religión musulmana especialmente en Europa del este, frontera y dique de contención durante siglos de los imperios emergentes en Asia. Estas razones se unían al interés de expansionismo también por parte del papado más allá de tierras europeas.

Así, desde finales del Siglo XI (1099) hasta finales del Siglo XIII (1291), fueron los 200 años en los que las incursiones militares se fueron sucediendo en las denominadas Cruzadas. Hubo hasta 9 campañas. Fueron 3 de ellas (las más importantes) las cuales marcaron los acontecimientos más importantes y en las que participaron grandes personajes históricos como Ricardo Corazón de León, Enrique II de Champaña o el mítico sultán Saladino. También la enigmática Orden del Temple, o lo que es lo mismo, Los Templarios, los cuáles fueron calumniados, disueltos y perseguidos de forma indecorosa por Felipe IV rey de Francia y de Navarra (también llamado el hermoso) y el Papa Clemente V quien dejó que eso acabara sucediendo. En 1314, antes de ser quemado en la hoguera, el maestre templario Jacobo de Molay, lanzó una amenaza concluyendo que Dios no iba a perdonar a los traidores que les había llevado a la muerte mediante calumnias. En menos de una año, tanto Felipe IV como Clemente V, murieron.

Las cruzadas no salieron bien, siendo su gran logro la conquista de Jerusalén para, años después, perderla de nuevo. No obstante, el cristianismo ganó aun más peso en la sociedad europea y se afianzó como poder hegemónico. También sirvió, pese a todo, para que oriente y occidente se conociesen más el uno al otro, cosas que tiene el irse matando. Esto favorecería la creación de rutas comerciales y un mayor conocimiento de la geografía y las culturas que la habitan.

LAS CRUZADAS (The Crusades)

Película del año 1935, dirigida por Cecil B. DeMille.

El consagrado director Cecil B. DeMille, con un curriculum de más de 50 películas en la dirección como pueden ser Cleopatra o Los Diez Mandamientos, nos trajo esta aventura ambientada en la tercera cruzada. Su protagonista es Ricardo Corazón de León, interpretado por Henry Wilcoxon, quien marcha a defender la cristiandad para eludir su boda con Alicia princesa de Francia. Pronto vivirá situaciones de todo tipo, como tener que salvar a su nueva mujer, Berenguela de Navarra, que ha sido raptada por el mismísimo Saladino.

La película no es del todo fiel a los hechos que vivieron sus protagonistas. Digamos pues que se toma unas cuantas licencias históricas. Pero sí es interesante tenerla en cuenta, no sólo porque es una de las primeras obras que trataron este tema, también para ver en ella como se trataban los temas históricos desde la industria cinematográfica en esos años. Primaban las aventuras entretenidas que resaltaran los valores de la sociedad norteamericana de la época donde lo importante eras los valores cristianos, el romance o la heroicidad. Pero sería injusto dejarlo aquí. La obra está muy bien documentada, licencias aparte, tanto los personajes, las localizaciones, como los acontecimientos en los que se desarrolla la trama (esa sí, más bien inventada), están muy bien documentados.

A ver, la película es buena, es un filme bien realizado, de gran belleza, épico y con una gran fotografía, la cual le valió un OSCAR de la academia.

Se dice, se cuenta, que Ricardo era homosexual, o quizás bisexual, así que el caballero eludió el matrimonio siempre que pudo. También que era muy violento y despótico. Evidentemente, esos son detalles que una película de aventuras de la época iba a obviar absolutamente por completo. Cabe decir que el trato que la película ofreció al presentar al público a los musulmanes, antagonistas en la obra, no es, en ningún caso, insultante ni humillante.

EL REINO DE LOS CIELOS (Kingdom of Heaven)

Película del año 2005, dirigida por Ridley Scott.

Este filme nos lleva directamente al sitio de Jerusalén. Cuando las tropas de Saladino recuperaron la ciudad de manos cristianas. Un joven es destinado a la ciudad para tratar de defenderla.

Vale, esta película ha divido mucho a la crítica. Pero hay que reconocerle varias cosas. La ambientación, el vestuario, la puesta en escena, el manejo de las escenas de acción, especialmente de las batallas. Todo eso es sencillamente espectacular. Además cuenta con reparto impresionante, digno de una gran superproducción (Orlando Bloom, Eva Green, Liam Neeson, Jeremy Irons o Edward Norton, entre otros).

NO HAY MAL QUE CIEN AÑOS DURE, O SÍ

Considerada la última gran guerra feudal. Francia e Inglaterra y su larga e imperecedera rivalidad histórica (con permiso de España). En el siglo XIV, el país galo ya estaba consolidado como un poderoso reino al mando de la Dinastía de los Capetos. Por otro lado tenemos a Inglaterra, con la Casa de Plantagenet que, gracias a pasadas guerras con su rival, tenía en su haber algunos territorios en zona continental en forma de ducados y condados. El más importante era el de Aquitania, que hoy es una región de Francia pegada a España tras los Pirineos.

En 1328 murió Carlos IV el último rey Capeto sin descendiente varón, así pues, el sucesor debía ser el pariente-hombre más cercano, y ese era… ¡Tachán! ¡Su sobrino Eduardo III, rey de Inglaterra! (Se va ve’ un follón…). Pero los nobles franceses, que eran muy espabilados, apelaron a la ley Sálica en la que se decía que una mujer no podía gobernar ni transmitir los derechos hereditarios a la corona, así que el hijo de su hermana Isabel no podía de ninguna manera heredar el trono. Lo que viene a ser un vacío legal de la época. Así que se nombró rey a Felipe de Valois, primo hermano del difunto Carlos. Así que, con el nuevo nombre de Felipe VI (sí, el mismo que el rey español actual), este familiar (tan directo) llegó al trono francés de forma inesperada.

Un dato curioso; En el mismo año 1328, se firmó el tratado de Edimburgo-Northampton entre Inglaterra y Escocia. Un tratado que, en cierto modo, reconoció durante un tiempo la independencia del segundo. Firmado por el mismísimo Robert de Bruce, quien luchó mano a mano con el héroe escoces William Wallace. Pero eso lo dejaré para otro día.

Felipe VI no dudó e invadió el ducado de Guyena, cosa que no gustó nada a Eduardo III que reaccionó con la reivindicación de la corona francesa. Estamos en 1337, comienza pues una guerra que duró hasta el año 1453, casi 117 años de conflicto (ahí es nada). Los ingleses contaron constantemente con el apoyo de Flandes (los Belgas), muy dependientes del comercio con las islas británicas, pues su industria estaba enfocada a la confección de productos de lana proveniente de Inglaterra. Esta alianza propició que las primeras victorias fueran del lado Británico. Tiempo después y tras alguna tregua temporal, Eduardo III desembarcó en tierras continentales para proteger los territorios de sus aliados en la zona, eso hizo que la guerra volviera a estallar dando pie a la famosa Batalla de Crecy, en la que los ingleses volvieron a vencer gracias a sus famosos arqueros.

Poco después llegaría otra cosa mucho peor que la guerra en sí misma, la peste negra (1347 y 1353), que obligó a los contendientes a firmar otra tregua. Aunque, como era de esperar, la guerra retomó su curso en cuanto la letal enfermedad empezó a disiparse.

Los ingleses siguieron ganando batallas importantes, lo cual tiene mucho mérito porque todas se llevaban a cabo en territorio continental y Francia era, no solo una nación más rica en recursos, también estaba mucho más poblada. El principe negro, el hijo de Eduardo III, Eduardo de Woodstock, llegó a capturar al hijo del rey francés Juan II en la batalla de Poitiers, quién heredó el trono tras la muerte de su padre durante el periodo de la peste. Esto obligó a que, a cambio de que Eduardo III renunciase al trono de Francia, este se haría con gran parte del territorio.

Pero el nuevo rey de Francia Carlos V, con la ayuda del reino de Castilla, empezó a recuperar territorios de forma constante. Esto dio pie a una tregua más. En este periodo se fueron sucediendo distintas muertes y las consecuentes sucesiones, cosa que llevó a Francia a entrar en una guerra civil (ríete tú de Juego de Tronos), cosa que aprovechó el nuevo monarca de Inglaterra, Enrique V de la casa Lancaster, para volver a atacar en alianza con otros franceses enemigos de la corona. Con todo a su favor, pues los ingleses ocupaban París desde el año 1420, se firmó el tratado de Troyes, en el que su descendiente heredaría el trono de Francia e Inglaterra tras la muerte del rey francés Carlos VI (el llamado rey loco que fue, además, el motivante de que hubiese una guerra civil en su reino). Pero el monarca inglés murió antes y su hijo solamente tenía un año de vida. Al poco tiempo murió también el rey de Francia y fue entonces cuando su hijo, Carlos VII, se proclamó rey de Francia rompiendo así el tratado y retomando las armas contra sus enemigos. A él se unieron personajes como Gilles de Rais, un psicópata amante de la guerra y que bien merece ser nombrado en esta historia.

Y aquí me quería detener. Tras diversas batallas perdidas para el rey francés, la providencia llamó a su puerta tras el Sitio de Orleans. Una fortaleza estratégica que llevaba años resistiendo los ataques ingleses. Los franceses, apenas 500 efectivos, obtuvieron una gran victoria liderados por Juana de Arco. Se trataba de una joven de tan solo 19 años que decía cumplir con los designios que Dios le había encomendado cuando le habló. La fama de Juana llegó a cotas insospechadas y fue un aporte moral que propició un sentimiento patriótico que envalentonó a las tropas y a los franceses en general y sirvió para reconocer a Carlos VII como rey pese a contar con bastantes enemigos en suelo francés. Enemigos que consiguieron capturar a Juana y entregársela a los ingleses, quienes quemaron a la joven en la hoguera acusándola de herejía.

La muerte de Juana indignó de tal forma al pueblo francés que su reacción no fue otra que la reunificación del territorio, el acabar con los sublevados, y con ello el conflicto civil interno, y la posterior derrota de los ingleses en la Batalla de Castillon a manos de Carlos VII en 1453, poniendo así fin a más de cien años de guerra.

La fe y sacrificio de Juana contribuyó a que una nación entera se uniese contra sus enemigos y venciera una contienda que parecía eterna. La joven mártir fue beatificada y convertida en patrona de Francia. Y es por ello que destaco dos películas enfocadas en su figura.

LA PASIÓN DE JUANA DE ARCO

Película del año 1928, dirigida por Carl Theodor Dreyer.

La obra nos sitúa en la captura y posterior juicio de la heroína gala y termina con su condena en la hoguera.

Una obra que se estudia en las escuelas de cine debido a su uso del montaje para meternos en la piel de Juana (interpretada por Maria Falconetti). Estamos en la etapa anterior a la llegada del sonido. El uso de los planos, sobretodo de los primeros planos de sus personajes, son suficientemente poderosos y de una ejecución e interpretación tan magnífica que la historia se cuenta a la perfección pese a la carencia de voces.

JUANA DE ARCO (The Messenger: The Story of Joan of Arc)

Película del año 1999, dirigida por Luc Besson.

En esta cinta podemos ver, con sus respectivas licencias cinematográficas, la vida de Juana de Arco (Milla Jovovich) desde niña hasta su muerte. La revelación que Dios le hace y su ascenso, convenciendo a Carlos VII (John Malkovich), a líder militar hasta su posterior juicio y muerte.

La película, como muchas del maestro francés, es un divertimento fantástico. Muy entretenida y emocionante.

VLAD, EL EMPALADOR, TEPES

Qué decirle a un amante de la historia y el cine que no sepa ya de Vlad III, príncipe de Valaquia, histórico héroe Rumano. Pues unas cuantas cosas.

Retrato de Vlad Tepes

El gigantesco imperio otomano (o también llamado Imperio Turco), dominador durante más de 600 años de una gran parte de oriente medio, el norte de África y parte del este de Europa, amenazaba la hegemonía europea en el Mediterráneo y eran incesantes los intentos de invadir el viejo continente. El sultán, el líder máximo, contaba con todo el poder político y religioso (islam de la rama sunita) del imperio. Su fundador fue Osman I en el año 1299, de hecho el término otomano viene de su nombre en árabe «Uthman». Pese a que los europeos lo veían como una gran amenaza es cierto que, a día de hoy, los historiadores aseguran que aquello fue una fuente de gran estabilidad regional debido a la cantidad de pueblos y culturas enfrentadas que abarcaba.

Su primera gran gesta fue la conquista de la capital del Imperio Bizantino, Constantinopla en 1453, poniendo fin a un reinado de más de mil años. La ciudad pasó a llamarse Estambul (cuyo significado es la ciudad del Islam). Se convirtió así en la capital del imperio y hoy es una de las ciudades más importantes de Turquía.

El episodio más oscuro que se recuerda del imperio otomano (ya en sus estertores como tal) fue el llamado genocidio armenio, donde se calcula que fueron asesinadas entre 1 y 2 millones de personas en ese país. Esto ocurrió a principios del siglo XX (entre 1915 y 1923). Con permiso de Grecia, podemos decir que con quien más se las vieron y desearon los Turcos fue con los países de Europa del este.

Expansión total del imperio otomano

Y si hubo alguien que seguramente ellos recodarán con más terror que la mismísima visión monstruosa y sobrenatural que se le quiso dar al personaje desde la literatura occidental, ese no era otro que Vlad Draculea (Drac =Dragón / Culea = hijo de) «Tepes» (Empalador), nacido en 1431, en Sighișoara, Transilvania.

Moldavia y Transilvania (lo que años después sería Rumanía) estaban bajo la tutela de Sacro Imperio Romano Germánico. Allí, Segismundo rey de Hungría, creó una hermandad de caballeros destinados a proteger la cristiandad y ante todo la frontera con los Turcos. Los Dracul, la sociedad del Dragón.

Vlad II, padre de Vlad, mediante pactos de no agresión se ve obligado a entregarle a dos de sus hijos (el primogénito quedó a salvo) a la tutela de los Turcos en Constantinopla. Durante esa etapa, Vlad conoció la práctica del empalamiento, usada por los Turcos de aquella época a modo de advertencia contra sus enemigos. El odio a los Turcos crece en su interior, así como un desapego por el valor de la vida que podrá ser comprobado más adelante. A su vuelta a su tierra, se encuentra con que su padre y su hermano han sido brutalmente asesinados por sus enemigos locales.

Ya como rey de Valaquia, Vlad III se veía rodeado de enemigos que le obligan a exiliarse para acabar resultando preso en Hungría. EN 1456, Vlad escapa y regresa para reivindicar lo que es suyo. Y lo consigue.

Se dice que su reino era de terror absoluto. Todos le temían. Como un auténtico demente, Vlad era un rey despótico que mataba a cualquiera sin pestañear y por los motivos más nimios. Súbditos que soltaban un simple chascarrillo, amantes a las que abría en canal para comprobar si estaba embarazada, cualquiera. Tenía hasta salas de tortura especiales, algunas, bastante imaginativas pese a su cometido. Hay muchísimas anécdotas. Como una en la que invitó a cientos de Boyardos (terratenientes eslavos) para discutir de forma pacífica sobre los temas que les resultaban de relevancia. Y allí (ríete tú de Juego de Tronos otra vez), tras el júbilo y la comilona, mandó matar a todos de las formas más terribles. Excepto a los más jóvenes, que fueron tomados como esclavos. Más adelante repetiría esta estrategia para deshacerse de los pobres y los tullidos que poblaban su reino.

En 1461, se desató la guerra entre Valaquia y los turcos. Los primeros cuentan con un ejército de apenas 10.000 soldados. El ejército turco destina 200.000 hombres. Así pues, siendo un gran conocedor del terreno, Vlad opta por la guerra de guerrillas. Evacua las aldeas y quema los cultivos, envenena los ríos y los pozos, envía enfermos infiltrados a los campamentos enemigos. Los daños en las filas otomanas son terribles. Cuando los turcos llegan a las murallas de Târgoviște, la capital, encuentran una imagen dantesca. Casi 30.000 empalados, entre turcos, húngaros y los mismos valacos que Vlad mandaba ajusticiar caprichosamente, adornan el horizonte. Mehmed II, líder en la toma de Constantinopla, con un ejército superior pero muy mermado en su aventura por conquistar Valaquia, queda totalmente horrorizado ante lo que están viendo sus ojos. El gran Mehmed II, decide retirarse.

Dicen que Vlad gustaba de colocarse entre ese bosque de empalados a comer. Allí sentado, y según se cuenta, mojaba el pan con la sangre de los condenados. Así se alimentó el mito del vampiro, un mito que da bastante menos miedo que la realidad.

Tiempo después de esta gran gesta, Vlad fue apresado ya que nadie, y nadie es nadie, quería a este hombre al mando. Asediados, su mujer e hijo (porque tuvo mujer e hijo), se lanzaron de lo alto de una torre. Esto afectó aún más al tirano (por extraño que parezca). Volvió a ser libre y se unió a Esteban Báthory de la casa Báthory y luchó contra los turcos de nuevo. Sí, me refiero a la misma familia de Elizabeth Bathory, aquella condesa húngara que llegó a matar a más de 650 personas, sobretodo chicas jóvenes a las que secuestraba para bañarse en su sangre y así conservarse eternamente joven. Si es que todo queda en familia…

Llegaría incluso a recuperar el trono, pero no por mucho tiempo. Tenía demasiados enemigos. En el año 1476, los turcos están esperándole cerca de Târgoviște. Tras una durísima escaramuza, donde se cuenta que Vlad consiguió acabar él solo con más de 6 enemigos, su cabeza acabó separada de su cuerpo, enviada a Constantinopla y colgada de la torre más alta.

Para darle algo más de fuerza al mito, cuando unos exploradores excavaron la tumba de Vlad III ya en el año 1931, solamente encontraron huesos de animales…

No se puede constatar que Vlad III actuase en nombre de la fe, lo hacía más bien motivado por el odio y un sadismo sin límites. Pero hoy se le recuerda, en su tierra natal, como un protector de la misma.

Hay pocas películas centradas en la vida del Vlad real, así que voy a destacar la siguiente.

VLAD TEPES

Película del año 1979, dirigida por Doru Nastase.

Este filme producido en la misma Rumanía es un biopic de la vida de Vlad III y nos cuenta su lucha contra los turcos. Participante en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Sitges en la sección de largometraje, esta obra es posiblemente el acercamiento más realista y desmitificador que existe hoy por hoy del mito de Drácula, separando al personaje literario del príncipe valaco. Si bien la película nos muestra a un líder heroico, peca en pasar por alto las brutalidades, más que documentadas, que el mismo tirano tendía a realizar. Es carismático su protagonista, Stefan Sileanu, en el papel de Vlad, muy bien caracterizado. Buena ambientación, vestuario y recursos que sorprenden al tratarse de una película de producción rumana de finales de los años 70.

Y no puedo, pese a estar basada en una obra literaria, no añadir la maravilla que expongo a continuación.

DRÁCULA DE BRAM STOKER

Película del año 1992, dirigida por Francis Ford Coppola.

«Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae…»

En el año de nuestro señor 1890, el abogado Jonathan Harker (Keanu Reeves), viaja a Transilvania para arreglar unos papeles en referencia a la compra de unas tierras que, su cliente, el Conde Drácula (Gary Oldman), ha hecho en Inglaterra. La prometida de Jonathan, Mina Murray (Winona Ryder), tiene un parentesco increíble con Elisabeta, la mujer que el conde perdió en 1462. Al ver una fotografía de esta, Drácula decide secuestrar al joven, encerrándolo en el castillo, y viajar al país británico para seducirla. Jonathan logra escapar y junto a un variopinto grupo de valientes y del experto en vampirismo, el profesor Van Helsing (Anthony Hopkins), intentará acabar con el vampiro.

Obtuvo 3 OSCAR de la academia (vestuario, maquillaje y sonido). Es, simplemente, extraordinaria. Banda sonora, ritmo narrativo, estética, guión y un Gary Oldman soberbio. Máximo exponente en el cine del romanticismo y el terror gótico. Una película por la que, pese a dos o tres efectos visuales propios de la época, no pasan los años.

LUTERO, UN REFORMISTA REBELDE

Martín Lutero, era un fraile y teólogo católico que denunció parte de los abusos de la iglesia y condenó las prácticas avariciosas de la misma institución, en muchos casos poco acordes con lo que se intentaba promulgar.

Nacido en 1483 y natural de Eisleben (Alemania), de familia adinerada, fue educado en los mejores sitios que la economía familiar podía sustentar. En la universidad fue apodado como «El Filósofo» (aunque no entrenase al Barça… muy malo, ya lo sé), gracias a su gran facilidad para dar discursos y los amplios conocimientos con los que los formaba. Fue en casa de una institutriz donde comenzó a conocer a muchos religiosos que le resultaron gratamente interesantes, pues estos pese a su condición, tenían una gran libertad de pensamiento crítico. además de una gran formación.

A los 22 años, a Lutero le sorprendió una tormenta de proporciones bíblicas en medio del campo. Asustado, pidió a Santa Ana que salvase su vida, a cambio, se convertiría en monje.

Y así lo hizo, se hizo fraile y teólogo, y comenzó a dar clases en la universidad de Wittenberg. En un viaje a Roma descubrió algo que le horrorizó. Encontró allí lo que él consideraba grabes signos de opulencia y depravación por parte del clero. Lo que más indignó al joven fue ver que se podía comprar la expiación a cambio de dinero aunque los pecados cometidos fuesen los más aberrantes.

Tras un elaborado trabajo, formó hasta 94 tesis en forma de protesta contra lo que él denominó como Venta de Indulgencias. Un 31 de octubre de 1517, clavó sus tesis en la puerta de la iglesia de Gutenberg. La polémica no se hizo esperar. La iglesia amenazó con excomulgarlo y él se rebeló quemando públicamente la epístola del Papa. Fue excomulgado y acabó encerrándose en el castillo del príncipe de Sajonia para así escapar de las manos de la inquisición alemana (mucho más dura que la española, pese a la fama de esta).

Fue en ese tiempo en el que reafirmó sus dictámenes, en los que se hablaba de que la iglesia debía ser solamente un lugar en el que los fieles recibieran las enseñanzas de la biblia y que era el mismo fiel quien debía manejar su relación con Dios sin intermediarios de ningún tipo.

Comenzaron así a emerger iglesias luteranas por toda Alemania que distaban mucho del dogma católico. El buen recibimiento de estas reformas en la población, de las que se puede destacar la que permite que los mismos religiosos puedan contraer matrimonio, acabaron por convertir al protestantismo en el dogma imperante del país y pronto el de otros. El mismo Lutero se casó y tuvo 5 hijos.

El fundador de este nuevo cristianismo, lleno de luces pero también sombras que deberían ser replanteadas en otro momento, murió en el año 1546 en la misma ciudad que le vio nacer.

REFLEXIÓN: Es cierto, todo sea dicho, que un dogma es el punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema. Por ende es inalterable, no es algo que se pueda ir cambiando al gusto pues, simplemente, dejaría de serlo.

LUTERO

Película del año 2003, dirigida por Eric Till.

La historia que nos muestra el filme es, ni más ni menos, que la conversión y posterior revolución que Martin Lutero (Joseph Fiennes) llevó a cabo tras verse desilusionado por todo lo que comprobó tras su visita a Roma.

Aunque la película está realizada bajo medios que la hacen parecerse más una serie de televisión (muy bien hecha, eso sí) que a un filme destinado a grandes salas, es un reflejo histórico serio, realista y eficaz.

UN DIVORCIO MUY CARO

Enrique VIII no era lo que se entiende como un monarca especialmente justo. En 1532, el rey de Inglaterra, quería separarse de Catalina de Aragón, pero claro, eso solamente se podía hacer si ambas partes estaban de acuerdo. Problemón.

Nacido en 1491, eral el segundo hijo varón de Enrique VII, tenía todo lo necesario para ser un gran rey. Inteligente, bien formado, guapo, deportista, etc. Para cimentar buenas relaciones con el imperio más poderoso del momento, España, Enrique se casó con Catalina de Aragón (o Catalina de Trastámara) hija menor de los mismísimos reyes católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, también tía del emperador Carlos V y viuda del fallecido hermano de Enrique, Arturo Tudor. Aquella unión solo podía traer poder e influencia a tierras británicas.

El rey inglés, muy religioso, llegó incluso a escribir una defensa del catolicismo frente a la incesante amenaza que el Luteranismo protestante suponía. Llegando a recibir el título de defensor de la fe por parte del Papa. Es entonces cuando Catalina le da al fin descendencia, pero no era lo que él esperaba, pues no era un varón. 5 de los hijos varones de la pobre mujer habían nacido muertos. Así pues, Enrique usó esa excusa para intentar anular su matrimonio. La realidad era que él estaba enamorado de su amante, Ana Bolena. Pero como ya he comentado antes, debían ser ambas partes las que estuvieran de acuerdo con dicha anulación. Además, Catalina pidió ayuda a su sobrino Carlos y eso hacía imposible que el Papa aceptara la anulación que Enrique le presentaba (España, quién te ha visto y quién te ve).

Ana Bolena quedó embarazada, así que Enrique obligó a todo el clero inglés a someterse a sus designios y se casó con ella en secreto de la mano del arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, anulando el matrimonio con Catalina y coronando a Ana como reina en 1533.

El Papa amenazó con excomulgarlo, así que Enrique se alzó como máximo representante de la iglesia en Inglaterra. Aquellos que osaron hacerle frente fueron ejecutados. Disolviendo monasterios y entregando sus vienes a los nobles para asegurarse su fidelidad. Las reformas que Enrique impuso fueron bastante nimias, pues la única diferencia sustancial que había era que el Papa dejaba de ser el representante de la iglesia en Inglaterra para serlo él. Por eso también persiguió a los protestantes ingleses dándoles caza y muerte en cuanto podía. Había nacido la iglesia anglicana.

Con todo en marcha, Ana solamente pudo darle una niña causando gran frustración en el monarca. Así que ni corto ni perezoso, la acusó de adulterio y la mandó decapitar. Poco después se casó con Jane Seymor, quien sí le daría un hijo varón, Eduardo VI de Inglaterra. Tras dar a luz murió, quizás hasta tuvo suerte… Se casó hasta tres veces más, una no llegó ni a ser coronado reina; Ana de Cléveris. Otra prima de Ana Bolena tuvo la misma desdicha y acabaría siendo decapitada por el mismo supuesto delito, su nombre, Catalina Howard. Y la última, Catalina Parr, sobrevivió a Enrique.

Con Eduardo VI al frente, tras la muerte de Enrique, Inglaterra acabó abrazando el protestantismo. Pero Eduardo murió y la hija de Catalina, María, ascendió al poder y trajo de vuelta el catolicismo, dando caza de nuevo a los protestantes que huían del país por miles. Al morir María llegó al poder Elizabeth I, hija de Enrique con Ana Bolena, quién volvió a colocar al protestantismo como dogma imperante. Hasta hoy.

El cine, la televisión, el teatro o la literatura, nos ha presentado en muchas ocasiones diversas caras del monarca inglés. Prácticamente todas se centran más en su perversa vida marital (cosa que no es de extrañar, los humanos somos muy morbosos) que en su guerra por controlar la iglesia. Aunque, bien es cierto, que una cosa llevó a la otra.

LA VIDA PRIVADA DE ENRIQUE VIII

Película del año 1933, dirigida por Alexander Korda.

El filme comienza con el juicio y decapitación de Ana Bolena. El poderoso monarca (Charles Laughton), poseedor de todo el poder político y religioso, iría conociendo a sus diferentes esposas a lo largo de su vida.

Es un clásico muy bien interpretado y con un gran ritmo.

DONDE NO SE PONÍA EL SOL

Queda bastante claro que el siglo XVI fue un período de muchos cambios. Una época de imperios emergentes. La brutal expansión de Rusia, los turcos avanzando incesantes o los británicos llegando a las américas.

En ese momento, el Imperio Español ya era el más potente de Europa. Tras la reconquista y el descubrimiento de América, España comenzó a expandir su potente influencia en todo el mundo. La batalla de Lepanto (1571) puede servir de muestra de como el imperio no solo era garante de su propios intereses, también de la protección de la cristiandad enfrentando y derrotando al mismísimo imperio otomano en las costas de Grecia al mando de la llamada Coalición Católica. Este imperio, era pues, el máximo garante de poder para la iglesia de Roma y sus intereses siempre estuvieron ligados en la propagación de la fe católica y la lucha contra los enemigos de esta. Un imperio, que además, se decía escogido por Dios para esta causa. Y si no, ¿Cómo se podían explicar episodios como el Milagro de Empel en 1585?

Durante la aventura americana, los diversos choques, alianzas o traiciones entre nativos y españoles fueron lo más común del día a día hasta que los segundos pudieron establecerse y acabar de conquistar esas tierras, pasando a ser reconocidas en lo que se conoció como Nueva España.

Aunque el factor religioso era de gran importancia, la lucha, por citar una de tantas, entre Moctezuma (líder de los mexicas) y el explorador Hernán Cortés fue más territorial (por el acaparo de las riquezas y recursos naturales que tenían los primeros), que una contienda religiosa. De hecho, fue con el descubrimiento de América que poco a poco ese concepto de nación religiosa fue cambiando por el de nación política.

Después de esto, llegó la imposición cultural o el mestizaje, entre otras cosas. Pero entre todo esto, había que hacer algo de gran importancia para la época, llevar la palabra de Dios a cada rincón y convertir a todos sus habitantes en nuevos y buenos cristianos. Es por ello que las llamadas «misiones» proliferaron de forma incesante durante siglos.

Y me detengo aquí, con los misioneros, pues quiero destacar con energía la película que viene a continuación.

LA MISIÓN

Película del año 1986, dirigida por Roland Joffé.

En pleno Siglo XVII, la misión jesuita del padre Gabriel (Jeremy Irons), llega a las cataratas de Iguazú (entre lo que hoy es Argentina y Brasil) para llevar la palabra de Dios a los pueblos indígenas que allí habitan. Al ser aceptado por los guaraníes, el monje crea la Orden de San Carlos. Para obtener penitencia de sus múltiples pecados, Rodrigo de Mendoza (Robert De Niro) se une al padre Gabriel con el fin de hacer algo bueno y obtener el perdón. La unión con los nativos acabará por hacerles luchar a su lado.

Que decir de esta película. Palma de Oro en el Festival de Cannes a mejor película. Una fotografía maravillosa (de la que obtuvo OSCAR más que merecido), una banda sonora (de Ennio Morricone) que es posiblemente una de las mejores de la historia del cine. Una aventura épica y emocionante interpretada de forma fantástica.

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Y ya que todo el artículo ha ido en torno a cultura, religión y fe, no quiero desaprovechar el contexto americano para poder hablar de las luchas internas que los mismos nativos tenían antes de la llegada de los europeos.

APOCALYTO

Película de 2006, dirigida por Mel Gibson.

La américa precolonial contaba con sus propios caciques, normas y cultos. Las tribus, sometidas al Imperio Maya, sufrían los designios de los dioses que no eran otros que el sacrificio de sus gentes ante el altar para contentarlos y así obrar en bien de esas tierras. Pata de Jaguar (Rudy Youngblood) es un joven que vive en una aldea de cazadores. Este, motivado por su familia, se enfrentará a un imperio en decadencia que busca, de forma incesante, la manera de contentar a los dioses.

La inexactitud histórica en innegable, pues al final del filme vemos a las carabelas llegando a las costas americanas, y el colapso y decadencia de este imperio en concreto se produjo mucho antes. De todas formas, estamos ante una grandísima película que nos acerca, en idioma nativo original, a una cultura muy desconocida.

La película es cruda y frenética. Toda ella es una gran persecución que no escatima en violencia, pero es extraordinariamente bella. Mel Gibson ha demostrado con todas sus obras como director ser un auténtico maestro de la épica.

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EU SOU UM GAIJIN, MEU DEUS

Otro episodio de choque cultural y religioso, y que ya expliqué por encima en el artículo de JAPÓN: DEL FEUDALISMO AL ÚLTIMO SAMURÁI, fue el de la persecución a la fe cristiana católica años después de que los portugueses se adentraran en tierras niponas allá por el año 1534.

Tras muchas avenencias culturales y, sobretodo, comerciales, la misión jesuita que Portugal destinó al país asiático y a la que luego se unirían los franciscanos españoles, consiguió que muchos japoneses abrazaran el catolicismo.

Durante el shogunato de Tokugawa y con afán de proteger las costumbres japonesas de los «bárbaros extranjeros» se prohibió el cristianismo condenando y persiguiendo a sus fieles incluso hasta la muerte y expulsando a todos los misioneros supervivientes. El cristianismo pasó, con los años, de ser algo clandestino a prácticamente desaparecer.

Aunque, a día de hoy y tras la segunda Guerra Mundial, la influencia occidental en Japón fue tan potente que muchas instituciones se instalaron en el país. De esta forma, hoy el 65% de los colegios de Japón son de raíz cristiana católica o protestante. ¿Eso ha convertido a los Japoneses en cristianos? No, ya que este pueblo tiene una facultad increíble para ser totalmente impermeable a todo lo que le llega de fuera quedándose única y exclusivamente con aquello que le interesa. Hay cristianos, los hay tanto católicos como protestantes, pero son muy pocos. El 90% de la población japonesa se declara creyente, de esos, el 85% es sintoísta.

Aquí solamente voy a hacer referencia a un film que ya puse en el anterior artículo. SILENCIO (2017), una película de Martin Scorsese.

Liam es un «Gaijin» en apuros

Y hasta aquí el artículo de hoy. La historia es apasionante y, la verdad, espero que todos los episodios que aquí están narrados te hayan parecido tan interesantes como a mí. Ahora toca disfrutar con las películas.

Déjame decirte que el próximo día te saco a bailar ¡Hasta la vista!

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